Messi ha dado un golpe de mano en el Mundial. Ha pasado de generar dudas sobre su implicación con la albiceleste a convertirse en el depositario de las esperanzas de todo su país. Y, gracias a su calidad, va camino de convertirse en el jugador del torneo.
No ha marcado ningún tanto, pero casi todos los goles de Argentina han pasado por sus botas, auténticos generadores de fútbol ofensivo, clave en la apuesta atacante de Diego Armando Maradona.
Tampoco ha logrado ningún gol Giovani, pero sus internadas por la banda han iluminado el juego del México de Javier Aguirre, clasificado para octavos gracias a una histórica victoria contra Francia en la que el ahora jugador del Galatasaray tuvo mucho que ver.
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